Hace tiempo que no escribía. Las ocupaciones, los exámenes, y la falta de inspiración me impedían acercarme a la pantalla del ordenador para escribir algo que pudiera resultar interesante a los lectores. Pero el pasado domingo nuevamente presencié algo que me hizo creer en el deporte como un espectáculo maravilloso, en el fútbol sala como entretenimiento para pequeños y mayores y como algo mágico y que invade de emoción los corazones de los protagonistas y de los espectadores.
No voy a hablar del Caja de División de Honor, ni del Unami de División de Plata femenina, ni de ninguno de los muchos equipos segovianos que militan en las categorías nacionales y regionales de este deporte, sino que mi inspiración en este caso fue un partido de niños, sin más.
Podría haberme encontrado un partido como éste en el patio de cualquier colegio, ya que a esos pequeños, a esos protagonistas de cinco y seis años no les hace falta ni árbitro, ni entrenadores, ni público, tan sólo necesitan un balón para disfrutar.
Pero, casualidades de la vida, me lo encontré en un pabellón, al que acudí como "periodista" para "cubrir el partido", sin más esperanzas salvo que el encuentro no se alargara en exceso para poder aprovechar la mañana, haciendo esas cosas típicas de domingo, como leer el periódico o tomar el vermouth.
Y allí, sentado en las gradas, rodeado de padres y abuelos entusiasmados con todo lo que hacían esos pequeños cracks, me di cuenta de lo grande que es este deporte, y que estos son los episodios que a uno le gusta contar.
Me emocioné, he de reconocerlo, viendo a esos chavales desafiar al frío reinante en el pabellón y ser capaces de "calentar" el ambiente con sus carreras, con sus idas y venidas, con sus aciertos y también con sus errores, siempre con una sonrisa en la boca, siempre con ganas de hacerse con el balón para marcar.
Y me convencí de que esto es el deporte, que en la mirada inocente de unos niños a los que no importa ni ganar ni perder, a los que sólo les interesa ser felices y hacer felices a los que les rodean, a los que les contemplan, ahí es donde reside la grandeza del fútbol sala, y es a ello a lo que todos nos tenemos que aferrar.
Esto es el fútbol sala, y no saben lo feliz que me sentí el domingo,pese al madrugón, y cuando de nuevo me senté ante el ordenador para contarlo, porque pese a que uno aspira algún día a contar finales de Champions o títulos de liga, antes aspira a disfrutar sentado en su escritorio como yo lo hice esa tarde de domingo rememorando un encuentro de Prebenjamines como si fuera un Madrid-Barça.
http://cajasegoviafutbolsala.com/cantera/noticias.jsp?categoria=CANTERA_HOY
Y por último no me queda más que invitarles a todos a hacer este ejercicio de vez en cuando, olvidándose de tácticas, de victorias y derrotas, simplemente regresando al fútbol sala más simple, ese que cada mañana se ve en los colegios, cada tarde en los parques y plazas y cada sábado y domingo en un pabellón cualquiera, ese que es un JUEGO
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